smile

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Un día la vida me golpeó tan fuerte que me enseñó a resistir. Un día me mintieron de tal forma que me dolió y entonces aprendí a ir siempre de frente con la verdad. Un día me falló quien menos imaginaba y entendí que las palabras hay que cumplirlas y de los actos hay que hacerse cargo.
A veces es necesario dar vuelta a la página y empezar de cero, aunque cueste o duela.
El mejor guerrero no es aquel que triunfa siempre sino el que vuelve sin miedo a la batalla.

domingo, 20 de abril de 2014



Día 5



No puedo creer que me guste Jorge. Nunca había sentido esto, jamás me había pasado anteriormente. Pero, ¿por qué me gusta? Le conozco de hace unas semanas o un poco más, casi un mes. Hemos hablado poco, apenas nada y cuando hablábamos no era sólo para más que deberes y cosas estúpidas. Creo que estoy volviéndome loca, ¿estaré enferma? Sabes que me haría falta ahora, un buen psicólogo, estoy fuera de control. Tengo que centrarme, no puedo estar bobeando con los chicos, eso no va conmigo, esas cosas son propias de las pijas y yo no lo soy, no es propio de mí. Tengo que olvidarme de él y llevar esta situación. Debo que ser responsable y pensar claramente lo que debo hacer y no en lo que realmente me gustaría hacer. ‘’Leah céntrate por dios’’.

Después de aquella clase, de la cual no me enteré de nada, porque estaba muy absorta en mis pensamientos, donde Jorge claramente estaba en ellos, fui a mi taquilla para coger el dinero del almuerzo. Esa mañana no me había dado tiempo de prepararme algo, ultimamente estoy demasiado despistada.
-Esto es culpa tuya Jorge, haces que me vuelva absolutamente loca- hablándome a mi misma.
Por suerte siempre tengo algo de dinero entre mis libros, por si sucede algo como esto, pero siendo sincera, lo oculto allí por mi madre sobretodo. Al terminar de coger el dinero, me dirigí a la cafetería, la verdad es que no tenía muchas ganas de comer, pero después no podía comer hasta la tarde y sinceramente es que no quería morirme de hambre mientras daba las ultimas clases del día. No entendía porque no tenía hambre, es decir, que prácticamente amo comer, no puedo vivir sin ello. Me sentía nerviosa, aunque no es la palabra exacta que lo describa, es lo que más se parece, nunca me sentí así. Creo que estaba sudando… que asco. ¿Qué narices me pasa? Voy a ir a comer, no es para tanto. Al llegar, miré a todos lados, no sé exactamente lo que buscaba. Fui a comprarme un perrito caliente y un refresco, más concretamente una fanta. No tenía ninguna gana de sentarme con Kaytlin y su pandilla. Pero antes de que pudiera dirigirme a cualquier sitio, alguien me agarró por la cintura y consiguió asustarme:
-Hey Leah- era Jorge- ¿te asusté?
-Sí- casi me dejas sin comer, un poco más y se me cae la bandeja.
-Lo siento- se río- no fue mi intención- claro que fue tu intención, se te nota.
-No importa.
- Te iba a preguntar si querias sentarte conmigo- creo que me voy a desmayar.
Me quedé callada un instante, él me miró esperando una respuesta.
-Sí, claro, ¿por qué no?- sonrió de oreja a oreja y no pude evitar sonreír yo también.
Le seguí hasta la mesa, anduvimos en silencio. Al llegar, él se aparto para que yo me sentara primero, ¡qué majo! Luego se sentó a mi lado.
-¿Por qué me invitas a sentarme contigo?- fue lo único que me salió decirle.
-No sé, porque me caes bien y me gustaría conocerte mejor.
Todos en la cafetería nos miraban.
-¿No comes?-dijo
-Sí, es que estaba despistada- a ver si la gente nos deja de mirar…
-¿Qué pensabas?- me miró a los ojos y me puse nerviosa.
-Emm, no es nada, no es importante- me llevé un cacho de mi comida a la boca
-Que mal mientes, ¿sabías?- lo dijo serio- todo lo que venga de ti es importante.
-No es que, yo, miraba, emm…-me puse nerviosa y se rió- la cafetería entera nos mira.
-Ya me había fijado-como para no- pero no me importa, estoy muy bien aquí contigo- me sonrojé.
-Pues, me alegro- le sonreí y me devolvió la sonrisa.
-¿Cuántos años tienes?-preguntó.
-Diecisiete-le miré- y ¿tú?
-Dieciocho- él se empezó a reír y no entendí el por qué- eres pequeñita eh- me guiñó el ojo.
-No es para tanto- le dije seria, pero después no pude aguantarme la risa.
Se levantó para tirar sus restos de comida y se llevó los míos también. En lo que se fue estuve pensando en el primer día que vi a Jorge, miraba a un punto fijo, recordando cada momento y todo lo que sentí.
-Leah- alguien interrumpió mis pensamientos-¿Y eso qué comiste hoy con Jorge?- era Kaytlin
-Nada, me invitó a sentarme con él.
-¿Te gusta?
-No, somos amigos solamente- no le miré a los ojos al decir aquello.
-Es una pena- en ese momento llegó Jorge- bueno Leah yo me vuelvo con los chicos.
-Bueno Kaytlin-Jorge se sentó y me miró en lo que dije eso.
Le miré.
-¿De qué hablábais?- dijo intrigado.
-¿Por qué lo preguntas?
-Pues porque me visteis y pararon de hablar- nos había catado.
-No es verdad- mentí.
-Ya te dije que no se te da bien mentir- se burló de mí.
Sonó el timbre y nos levantamos para ir a clase. Caminamos en silencio. Pero antes de entrar por la puerta me paró, me miró a los ojos y me agarró los dos brazos. Nunca antes habíamos estado tan cerca, se me cortó la respiración al verle ahí.
-Tengo que decirte algo Leah.

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