smile

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Un día la vida me golpeó tan fuerte que me enseñó a resistir. Un día me mintieron de tal forma que me dolió y entonces aprendí a ir siempre de frente con la verdad. Un día me falló quien menos imaginaba y entendí que las palabras hay que cumplirlas y de los actos hay que hacerse cargo.
A veces es necesario dar vuelta a la página y empezar de cero, aunque cueste o duela.
El mejor guerrero no es aquel que triunfa siempre sino el que vuelve sin miedo a la batalla.

martes, 29 de julio de 2014





Día 9



La luz de la ventana me despertó por la mañana. No estaba nada contenta, era sabádo y eso significaba que no vería a Jorge hasta el lunes. No puedo estar sin el demasiado tiempo. ¿Por qué narices no me besó el lunes o a mitad de semana? Así le podría ver al día siguiente, pero no, el señorito tenía que besarme un viernes. Chicos… lo dejan todo para el último momento. Ya se que estaba exagerando un poco, como si no le volviera a ver nunca más. Lo peor es que me dijo que nos veríamos mañana, si claro, encima esta relación empieza con mentiras.
Me asomé a mirar  si mis padres se habían ido y así era, ya no estaban sus coches aparcados fuera. Me miré al espejo y no pude evitar suspirar al ver las pintas que tenía, pero bueno, olvidé mi aspecto y bajé a desayunar, no quería volverme más loca de lo que estaba. Cuando llegué a la cocina miré la hora y me puse en marcha para hacerme el desayuno, mientras comía pensaba que hoy no tenía absolutamente nada que hacer, ya había hecho los deberes y no tenía ningún examen por estas fechas. Pensar eso, me puso de mejor humor. Cuando terminé, fregué los platos, acumulados junto a mi tazón de la leche, nada más terminar leí la lista que me había dejado mi madre. Subí a vestirme porque tenía comprar unas cuántas cosas y así aprovechaba y me compraba el almuerzo para hoy, ya que estaré sola todo el día. Además no tenía ganas de hacerme nada.
Cuando me vestí, salí de casa hacia el supermercado, pero no cogí el coche. Fui caminando porque quería despejarme y quería que se me pasara el mal humor por no poder ver a Jorge. El supermercado no estaba tan lejos, así que llegué enseguida. Con lo enfadada que estaba como para tardar en llegar. Metí en el carro todo lo de la lista y me centré en que comprarme para almorzar. Pasé por los pasillos, mirando algo fácil para hacerme y finalmente me decidí por unos fideos instantáneos. Seguidamente pasé por la caja y por fin salí del supermercado.
Tengo que confesar que me arrepentí de no haber llevado el coche, ya que las bolsas pesaban una tonelada. Pero aunque no quisiese me puse en camino para mi casa, cuando llegaba me fijé en que la puerta estaba abierta. Yo la había cerrado con llave, estaba segura de ello. Además no podían ser mis padres porque no estaban los coches fuera. Llegué al porche y habían usado la llave de la maceta. ¿Cómo demonios sabrá eso? Nunca usamos esa llave. Entré por la puerta y caminé hacia la cocina, estaba muy asustada. Lo primero que hice fue dejar las bolsas encima de la mesa y cogí el palo de la fregona. ¿En qué estaría pensando?
 ¡UN PALO! ¿En serio Leah?
Caminé por toda la casa sin encontrar nada y lo más importante a nadie. Volví a la entrada y cerré la puerta.
¿Entró y se marchó? Pensé.
Pero sin embargo, yo todavía seguía con el palo en la mano. Volví a la cocina ya, todavía en guardia…
-Hola Leah…
-AHHHHHHHHHHHH- me giré bruscamente con el palo en posición y él agarró el palo- ¿ESTÁS LOCO?- era Jorge.
-Tía, casi me matas, si algún día te vienen a robar de verdad, estoy seguro de que te cargarías al ladrón sin problemas- se río.
-¿Qué casi te mato? Tú a mí del infarto en todo caso.
-Quería asustarte un poquito- sonrió inocentemente.
Me senté para recuperarme de aquel pequeño trauma.
-Siento haberte asustado- sabía que se estaba riendo de mí.
-Ya, seguro que sí- cogió de la mano y me levantó de la silla.
-¿Qué va a hacer hoy la princesa?- entonces recordé los fideos instantáneos  que compre y pensé para mis adentros, ‘’no te gustará saberlo’’
-Nada- sonreí
-Pues en ese caso tengo una sorpresa para ti.
-¿Qué es?
-Es una sorpresa- levantó una ceja
-Odio las sorpresas- puse mala cara
-Lo sé
Coloqué la compra en los estantes, pero no me fijé en que Jorge me estaba ayudando, así que, finalmente vio los fideos.
-Que buen plan tenías para hoy- me los enseñó con cara divertida.
-Y ¿qué querías que hiciera?- le miré.
-No sé, ¿llamarme?- me acercó a él- y hubiese venido enseguida- me dio un beso en la mejilla.
Bajé la cabeza porque me había sonrojado y él puso su mano en mi barbilla, haciendo que le mirara y me besó.
-Los fideos instantáneos son mis favoritos
Me reí y seguí colocando las cosas.


Nos fuimos en el coche de Jorge. No tengo ni idea de a donde, ni idea de que vamos a hacer, nada no sé nada. No entiendo porque no me quiere decir. No puedo odiar más las sorpresas, ¿por qué me hace esto?
Su coche era muy acogedor, calentito y muy limpio, todo lo contrario al mío. Lo que más llamo la atención son todos los discos que tenía en su guantera, parecía una tienda. Eran todos de un grupo de música, bueno mi grupo favorito. Me quedé escuchando la radio reconociendo todas las canciones, ya que me encantaban todas y él se dio cuenta.
-Es mi grupo favorito- señaló a la radio-perdón si no te gusta mucho.
-También es el mío- le sonreí- tienes exactamente todos los discos que yo tengo.
-Tengo curiosidad sobre algo- sonrío.
Le miré, esperando a ver si me decía sobre qué.
-¿Sobre qué cosa?
-Sobre ti- me quedé callada- no sabía que te gustaba la música.
-Esa es la impresión que doy ¿no?- miré para otro lado-no soy como las demás
-Tú eres perfecta así-me quedé mirándole.
No podía creer lo que había dicho.
-¿Qué pasa?
-Nada- le dije- ¿ya llegamos?
-Sí, hemos llegado-abrió la puerta y salió.
Me giré para abrir la puerta, pero él llegó sorprendentemente rápido y la abrió primero.
-¿Cómo llegaste tan rápido?- le miré sorprendida
-¿Me vas a decir por qué reaccionaste así cuando te dije que eras perfecta así como eres?
-Solo te miré.
-Pero sorprendida, como si te hubiese mentido o algo parecido.
-Lo hiciste.
-Yo no te mentí- me miró serio, parecía enfadado- y menos respecto a ti.
-Soy horrible y esa es la única verdad
Elevó con su mano en mi barbilla mi cabeza e hizo que le mirara a los ojos.
-No vuelvas a decir eso jamás.
-¿Puede bajar del coche?- solté ahí por la tangente.
-Eres buena en disimular-suspiró-si puedes bajar
-Pues… ¿gracias?- ¿acaso me dio permiso para bajar o qué?
Se apartó y agarró mi mano, como para ayudar a bajar del coche.
-No soy una princesa- le miré mal y salté al suelo sin su ayuda.
Puso mala cara y cerró el coche.
-¿Dónde estamos?
Estábamos en el campo creo, pero aquella zona yo nunca la había visto. Era en lo alto de una montaña. Exactamente había un banco en medio de unos árboles. En el banco había unas vistas hermosas a la ciudad. Estar en aquella montaña era como casi tocar el cielo. Jorge había montado una especia de picnic al lado del banco, debajo de unos de los árboles. Hacía un día precioso, el sol brillaba en lo más alto.
Jorge llegó a mi lado y me cogió de la mano.
-¿Vamos?-le sonreí-¿Te gusta?
-Me encanta- y volví para mirar aquel maravilloso lugar
Jorge me abrazó por detrás y yo apoyé mi cabeza en su hombro, me sentía tan feliz, como su pudiese volar. Me di la vuelta para abrazarle normal y me apoyé en su pecho, no quería moverme de allí. Él había apoyado su barbilla en mi cabeza. Moví la cabeza hacia arriba para poderle ver y sonrío.
Me besó en la frente y me llevó de la mano hacía aquel hermoso banco.