smile

smile

Un día la vida me golpeó tan fuerte que me enseñó a resistir. Un día me mintieron de tal forma que me dolió y entonces aprendí a ir siempre de frente con la verdad. Un día me falló quien menos imaginaba y entendí que las palabras hay que cumplirlas y de los actos hay que hacerse cargo.
A veces es necesario dar vuelta a la página y empezar de cero, aunque cueste o duela.
El mejor guerrero no es aquel que triunfa siempre sino el que vuelve sin miedo a la batalla.

sábado, 26 de abril de 2014

Verte de lejos

Como explicar
No dejo de pensar en ti,
en nosotros dos

Como escapar
De una canción que hable de tí,
si eres mi canción

Puedo vivir como en un cuento
si estoy contigo,
que revive a cada página el amor

Aunque lo intente ya no puedo mas, verte de lejos.
Mis ojos ya no pueden ocultar, este misterio
Me abraza el cielo y vuelo sin parar, hacia tu encuentro
Llego a tiempo ya no estas, alguien ha ocupado mi lugar

Recuerdale, que un día nos encontraremos y te perderá
Dile también, que inevitable es el destino, no me detendrá

Podrás vivir como en un cuento, pero conmigo
yo te besaré y despertara el amor

Aunque lo intente ya no puedo mas, verte de lejos.
Mis ojos ya no pueden ocultar, este misterio
Me abraza el cielo y vuelo sin parar, hacia tu encuentro
Llego a tiempo ya no estas, alguien ha ocupado mi lugar

Tenerte a ti es respirar,
Como vivir si tu no estas

Aunque lo intente ya no puedo mas, verte de lejos.
Mis ojos ya no pueden ocultar, este misterio
Me abraza el cielo y vuelo sin parar, hacia tu encuentro
Llego a tiempo ya no estas, alguien ha ocupado mi lugar

jueves, 24 de abril de 2014



Día 6





Os tengo que decir que al final no me dijo nada, ¿os lo podéis creer? En ese momento justamente vino el profesor y nos dijo que entráramos en clase. Que mala suerte. ¿Por qué el universo me odia?

Sesenta minutos de intriga, ahora mismo puedo afirmar que me podría haber muerto, necesitaba saber lo que me tenía que decir. En un momento de la clase, el profesor se retiró unos minutos y aproveché para preguntarle a Jorge aquello que me tenía tan intrigada.
-Jorge- me giré hacia él, cogí aire para intentar calmarme y para que me saliera la voz- ¿qué me ibas a decir?
-Mmm… - él cogió una bocanada de aire- bueno no es nada importante ya te lo diré luego.
-Pero Jorg…
-¡Basta Leah!- me interrumpió- te lo digo luego.
Me miró con rabia como si estuviese enfadado, acaso, ¿le había hecho algo malo? Puse mala cara y me volví hacia adelante sin decir ni una sola palabra. Me sentí culpable, pero no sabía por qué, supuse que me sentía así por haberle presionado para que me lo dijera, pero en realidad solo le pregunté una vez, no fue para tanto. Yo no quería que él se enfadase, porque… él… me importaba…

No volví a mirarle en toda la clase, aunque me dio la sensación de que Jorge me estuvo toda la clase mirando. Una vez que miré de reojo, tenía muy mala cara. Al sonar el timbre me dediqué a recoger mis cosas.
-Adiós Jorge, me voy- no tenía ganas de salir con él hacia el coche.
-Espera que ya voy contigo-
-No, tengo prisa, ye te esperaré mañana- y me fui, sin decirle nada más.
Me alejé de él y me encaminé a mi taquilla. Al menos no tenía deberes, lo único bueno del día, aunque comer con Jorge tampoco estuvo mal, pero me recuerda a lo que pasó después. Llegué lo antes posible a mi coche, solo quería irme a mi casa y nada más. Al sentarme en el coche suspiré, estaba como enfadada, no sé… Me percaté de que Jorge se estaba acercando a su auto, que estaba al lado del mío, arranqué el motor para largarme de allí cuanto antes. Me había visto sin embargo no dijo nada y se apartó para no atropellarle. Se quedó mirando en lo que me alejaba, lo sé porque me puse a mirarle al retrovisor, hasta que salí del aparcamiento del instituto.

De camino a casa, no podía pensar en otra cosa. ¿Por qué no dejo de estar tan pendiente de él? Parezco una obsesionada… él, él, y solo él, es como si fuese el centro de mi mundo. Acaso, ¿lo era? Solo es un chico y nada más. ¿Por qué me ilusiono? Él jamás saldría conmigo, por qué soy tan idiota de pensar que eso podría pasar. Él es tan perfecto y yo tan ridícula, friki, empollona… Tenía que olvidarle, por mucho que me costara, pero… no puedo. Cuando está conmigo siento que no me falta nada más, que podría estar horas y horas mirándole y nunca me cansaría, que su sonrisa me da vida para seguir cada día, solo quiero venir al instituto solo para verle a él. Que cuando me toca la cintura o los brazos siento que el corazón me explota y cuando le miro a los ojos… me pierdo en ellos.
-¡SEÑORA!- grité- mire por donde va, que hay un paso de peatón
Exagerada, pero si ni te rocé, encima me llamas señora, que tengo diecisiete años maleducada, tu sí que eres una señora, carcamal de las narices.

Al llegar a mi casa vi el coche de Kayltin aparcado, ¿qué hace ella aquí? Me bajé apresuradamente y fui hasta la puerta, estaba sentada en el porche esperando por mí.
-¿Qué pasa Kaytlin?-
-Hola Leah- ella se levantó- quería hablar contigo.
Esto fue lo más raro del día. ¿Kaytlin en mi casa? Encima que me estuviese esperando en el porche es lo más rato de todo. Mis padres no habían llegado todavía, ella no es de esperar a nadie, lo odia.
Entramos las dos en mi casa y le dije que se sentara, para subir a dejar mis cosas. Luego me senté junto a ella.
-¿Qué pasó?-
-Bueno supongo que estarás extrañada con mi visita- nada, ¿tú crees?
-Un poco- no sabía ni que decir- ¿ha pasado algo?
-He cortado con Pablo-y, ¿por qué me lo vienes a contar a mí?
-Ah, no sabes cuánto lo siento- fue lo único que supe decir.
-Bueno, pero lo que quería es que me he dado cuenta de algo-sorpréndeme- Todo este tiempo en el que estado sin ti, ya que antes nos llevábamos mejor, he sentido que me faltaba algo. No sé como describir lo que siento, quiero estar con una amiga que me comprenda y me entienda, que esté conmigo cuando lo necesite y me doy cuenta de que tú eres la única amiga que siempre estuvo ahí. Yo siempre te traté mal y me arrepiento. Porque tu me hablas y me respondes como siempre y yo solo te hablaba cuando me interesaba.
Me miró como esperando que yo dijera algo, pero no me salió nada para decirle.
-Sólo quería decirte que echo de menos nuestra amistad- ella empezó a llorar.
Me quedé mirándole, no sabía qué hacer, no era nada buena en lo de consolar a la gente, así que me levanté y la abracé hasta que se tranquilizó.
-Yo también lo añoro- dije.
Nos pasamos toda la tarde hablando, se fue de mi casa ya cuando era de noche. La invité a comer algo, en lo que hablábamos, ya que yo tenía mucha hambre y supuse que ella también. Noté que ella estaba muy arrepentida de todo lo que había pasado y me puse muy contenta de que me haya contado lo que sentía. Desde que ella se fue, jamás tuve una amiga como ella, no sabes cuánto la había echado de menos.

domingo, 20 de abril de 2014



Día 5



No puedo creer que me guste Jorge. Nunca había sentido esto, jamás me había pasado anteriormente. Pero, ¿por qué me gusta? Le conozco de hace unas semanas o un poco más, casi un mes. Hemos hablado poco, apenas nada y cuando hablábamos no era sólo para más que deberes y cosas estúpidas. Creo que estoy volviéndome loca, ¿estaré enferma? Sabes que me haría falta ahora, un buen psicólogo, estoy fuera de control. Tengo que centrarme, no puedo estar bobeando con los chicos, eso no va conmigo, esas cosas son propias de las pijas y yo no lo soy, no es propio de mí. Tengo que olvidarme de él y llevar esta situación. Debo que ser responsable y pensar claramente lo que debo hacer y no en lo que realmente me gustaría hacer. ‘’Leah céntrate por dios’’.

Después de aquella clase, de la cual no me enteré de nada, porque estaba muy absorta en mis pensamientos, donde Jorge claramente estaba en ellos, fui a mi taquilla para coger el dinero del almuerzo. Esa mañana no me había dado tiempo de prepararme algo, ultimamente estoy demasiado despistada.
-Esto es culpa tuya Jorge, haces que me vuelva absolutamente loca- hablándome a mi misma.
Por suerte siempre tengo algo de dinero entre mis libros, por si sucede algo como esto, pero siendo sincera, lo oculto allí por mi madre sobretodo. Al terminar de coger el dinero, me dirigí a la cafetería, la verdad es que no tenía muchas ganas de comer, pero después no podía comer hasta la tarde y sinceramente es que no quería morirme de hambre mientras daba las ultimas clases del día. No entendía porque no tenía hambre, es decir, que prácticamente amo comer, no puedo vivir sin ello. Me sentía nerviosa, aunque no es la palabra exacta que lo describa, es lo que más se parece, nunca me sentí así. Creo que estaba sudando… que asco. ¿Qué narices me pasa? Voy a ir a comer, no es para tanto. Al llegar, miré a todos lados, no sé exactamente lo que buscaba. Fui a comprarme un perrito caliente y un refresco, más concretamente una fanta. No tenía ninguna gana de sentarme con Kaytlin y su pandilla. Pero antes de que pudiera dirigirme a cualquier sitio, alguien me agarró por la cintura y consiguió asustarme:
-Hey Leah- era Jorge- ¿te asusté?
-Sí- casi me dejas sin comer, un poco más y se me cae la bandeja.
-Lo siento- se río- no fue mi intención- claro que fue tu intención, se te nota.
-No importa.
- Te iba a preguntar si querias sentarte conmigo- creo que me voy a desmayar.
Me quedé callada un instante, él me miró esperando una respuesta.
-Sí, claro, ¿por qué no?- sonrió de oreja a oreja y no pude evitar sonreír yo también.
Le seguí hasta la mesa, anduvimos en silencio. Al llegar, él se aparto para que yo me sentara primero, ¡qué majo! Luego se sentó a mi lado.
-¿Por qué me invitas a sentarme contigo?- fue lo único que me salió decirle.
-No sé, porque me caes bien y me gustaría conocerte mejor.
Todos en la cafetería nos miraban.
-¿No comes?-dijo
-Sí, es que estaba despistada- a ver si la gente nos deja de mirar…
-¿Qué pensabas?- me miró a los ojos y me puse nerviosa.
-Emm, no es nada, no es importante- me llevé un cacho de mi comida a la boca
-Que mal mientes, ¿sabías?- lo dijo serio- todo lo que venga de ti es importante.
-No es que, yo, miraba, emm…-me puse nerviosa y se rió- la cafetería entera nos mira.
-Ya me había fijado-como para no- pero no me importa, estoy muy bien aquí contigo- me sonrojé.
-Pues, me alegro- le sonreí y me devolvió la sonrisa.
-¿Cuántos años tienes?-preguntó.
-Diecisiete-le miré- y ¿tú?
-Dieciocho- él se empezó a reír y no entendí el por qué- eres pequeñita eh- me guiñó el ojo.
-No es para tanto- le dije seria, pero después no pude aguantarme la risa.
Se levantó para tirar sus restos de comida y se llevó los míos también. En lo que se fue estuve pensando en el primer día que vi a Jorge, miraba a un punto fijo, recordando cada momento y todo lo que sentí.
-Leah- alguien interrumpió mis pensamientos-¿Y eso qué comiste hoy con Jorge?- era Kaytlin
-Nada, me invitó a sentarme con él.
-¿Te gusta?
-No, somos amigos solamente- no le miré a los ojos al decir aquello.
-Es una pena- en ese momento llegó Jorge- bueno Leah yo me vuelvo con los chicos.
-Bueno Kaytlin-Jorge se sentó y me miró en lo que dije eso.
Le miré.
-¿De qué hablábais?- dijo intrigado.
-¿Por qué lo preguntas?
-Pues porque me visteis y pararon de hablar- nos había catado.
-No es verdad- mentí.
-Ya te dije que no se te da bien mentir- se burló de mí.
Sonó el timbre y nos levantamos para ir a clase. Caminamos en silencio. Pero antes de entrar por la puerta me paró, me miró a los ojos y me agarró los dos brazos. Nunca antes habíamos estado tan cerca, se me cortó la respiración al verle ahí.
-Tengo que decirte algo Leah.

jueves, 10 de abril de 2014




Día 4



Le he llamado.

Menos mal que era él y no otra persona, porque me moriría de vergüenza. Ya sabreís la típica broma de dar un número de una pizzería o algo así para dejarte en ridículo.

No se describir exactamente como me siento ahora, no tengo palabras para explicarlo. Tampoco es que haya sido para tanto, calculando aproximadamente, hemos hablado unos 10 minutos mas o menos. Le he preguntado el motivo por el cual él me ha dado su número, pero solo se ha reído como para evitar mi pregunta. Me tiene muy intrigada toda esta situación, no puedo parar de pensar en lo que ha pasado, es todo muy extraño. Me pasé pensando casi toda la tarde, nuestra conversación no es que haya sido gran cosa, solamente nos saludamos y nos preguntamos cómo estábamos, también para guardar nuestros números en el móvil. También me dió su e-mail para hablar por el ordenador, ¿a caso vamos a hablar? y si fuese así, ¿de qué vamos a hablar? Nos acabamos de conocer, ¿qué se supone que pretende? Está perdiendo el tiempo conmigo, no soy como las demás chicas, que ceden tan fácilmente. Soy todo lo contrario a las chicas de mi instituto, que no espere demasiado de mí. Tampoco es que él me atraiga, es feo, bueno no, en verdad no es guapo, muy guapo, pero no me gusta, bueno no demasiado, no se yo… mmm, que se yo, estoy confundida. ¡¿Qué demonios te pasa Leah?!

Después de todo lo sucedido anteriormente, fuí al día siguiente al instituto. Mientras conducía me comí la cabeza con todo lo del fin de semana, solo me preguntaba, ¿qué pasaría hoy? ¿Y si no me habla ni me mira? ¿Si pasa de mi? Todavía no entendía mi reacción, ¿por qué me hacía todas esas preguntas a mi misma? Jamás me había importado que la gente pasara de mi y menos que un chico lo hiciese, estaba acostumbrada. Todo esto es una estupidez, me dije.

Llegué a mi aparcamiento habitual y me di cuenta de que el coche de Jorge estaba justo al lado…
-Genial- dije
No hay mas sitio para aparcar, él sabía que yo siempre aparco en el mismo sitio. Lo ha hecho a propósito, yo lo sé. Me está volviendo loca.
Aparqué y miré al asiento del conductor de su coche, por suerte él no estaba allí. ¡Qué alivio! Pensé para mis adentros. Así abrí la puerta y me bajé, llevando mi mochila conmigo. Cerré el coche lentamente, asegurándome de no dejarlo abierto. En verdad, si soy sincera, lo hice lentamente para no encontrarme a Jorge antes de las clases.

Miré mi reloj, para asegurarme de que llegaba justo a tiempo a clase, sin llegar unos minutos antes para evitar conversación alguna.  Justo sonó el timbre cuando entré por la puerta de la clase y seguido de mi entró el profesor. Menos mal, sentí un alivio muy grande. Localicé mi asiento y vi a Jorge mirándome. Antes de que él me viera, tenía un rostro preocupado, pero se le pasó cuando me vió. Al verme sonrío.
-Tranquila- respiré y me acerqué a mi mesa.
No pude evitar sonreír ante aquella felicidad en su cara.
-Hey Leah-
-Qué hay Jorge-lo dije intentando mostrar algo de entusiamo y seguridad. Alguien me dice, ¿por qué se me va a salir el corazón?
-Se te hizo un poco tarde hoy- la verdad es que solo intentaba evitarte
-Si, me he despistado de la hora- reímos los dos.
Empezaron las clases, el profesor comenzó a explicar, pero hoy no pude concentrarme para nada. Solo pensaba en Jorge y mis reacciones cuando estoy con él. ¿Por qué quiero evitarle? Es un chico muy majo ¿Por qué no dejo de pensar en él? No es que sea pesado ni nada, pero es una tontería, es igual que los demás. ¿Por qué sonrío cuando el sonríe? Tengo que admitir que tiene una sonrisa preciosa, como sus ojos, su forma de reír, él… ¡LEAH BASTA! Pero qué narices estoy diciendo.
-¡Leah!- levanté el rostro. Me asusté.- ¿Qué te pasa? Te veo despistada.
-Perdona Sr. Stan-
-Que no vuelva a pasar- moví la cabeza en forma de afirmación.

Todos me miraban, cómo no. Pero yo solo me fijé en Jorge, que me dio una palmadita en el hombro para que me tranquilizara. Al tocarme, casi se me sale el corazón. Ya entendí lo que pasaba.

Jorge me gustaba.

jueves, 3 de abril de 2014



 

Día 3

Ayer no pude seguir escribiendo, me despisté de la hora y cuando me fijé eran las 21:53, no es que fuera  muy tarde, como para acostarme a dormir, pero es que tenía una tonelada de deberes y ni si quiera había abierto la maleta. ¡Qué responsable soy! Acabé a las 00:30 y obviamente, no pude volver a escribir, ya que mi madre hubiera maldecido a todos y cada uno de los seres de aquella casa y la verdad, es que no tenía ganas de recrear aquella situación, que me resultaba muy siniestra, de solo imaginarlo, pero mucho menos volver a ver las pintas que tenía la noche anterior. Además ya estaba lo suficientemente enfadada, porque todavía no había acabado la tarea antes. ¡Qué típico!

A lo que íbamos. Estaba contando que me había dicho Jorge aquel día en clase de química.

Bueno, pues yo estaba mirando a Joan, que había salido a la pizarra a hacer el ejercicio. Estaba hablando con el profesor, sobre algún apartado que no le salía, como siempre, yo lo tuve bien, por eso, no me preocupé en prestar demasiada atención a aquella disputa entre Joan y el Sr. Stan. La clase se dividió en varios grupitos, las parejas sentadas en cada mesa, comenzaron a hablar entre sí, menos Jorge y yo claramente. Garabateé en mi libreta, esperando a que acabaran en la pizarra.
-Hola- dijo él. La voz venía de mi lado. Me sorprendí al escuchar su voz, tenía una voz muy personal.
 No quería parecer maleducada así que yo también le respondí:
-Hola- él pareció sorprenderse al ver que le había respondido, creo que se esperaba que no le respondiera.
-Me llamo Jorge- ¡no me digas! Ya sabía que te llamabas Jorge, todo el instituto lo sabe, ¿sabías?
-Yo soy Leah-él sonrió, me pareció que ya se sabía mi nombre, por aquella reacción.
Nos pusimos a hablar en el tiempo que Joan y el profesor, intentaban realizar aquel ejercicio. ¿Tanto se tarda en hacerlo? No es para tanto. Yo sin embargo seguí hablando con Jorge, sin quitar los ojos de la pizarra.
-Bueno, con lo guapa y buenas persona que eres, supondré que tendrás novio- abrí los ojos como platos y miré para él bruscamente. Su pregunta me cogió con la guardia baja. Pero en ese momento, el profesor carraspeó y se hizo el silencio. No le pude responder. ¿Qué pretendía con aquella pregunta?

Me pasé toda la clase prestándole toda mi atención al Sr. Stan, si despistarme ni un momento. No quería mirar a Jorge, ya que me sentía asustada y no sabía por qué. Solo era una pregunta, no era para tanto, pero, más tarde caí ante la causa de mi reacción. Nunca había tenido novio y jamás me habían dicho guapa, exceptuando mi madre, pero ¿qué madre no le dice eso a su hija? Al sonar el timbre salí disparada hacia mi taquilla, para dejar algunos libros y sobretodo, para escaparme ante aquella pregunta. Ya habían acabado las clases, podía volver a casa sin ningún problema. Dejé los libros y miré a todos lados, solo por evitarle. No lo vi por ninguna parte.
-Luz verde- dije
Caminé rápido, pero sin correr. Llegué a la puerta, localicé mi coche… genial, Jorge había aparcado al lado de mí. Jorge me vió y sonrió, me saludó con la mano muy animadamente, sonreí ante esa reacción, no pude evitarlo, además no podía arruinar ese rostro tan maravilloso. Llegué a su lado.
-Hola Leah- dijo. ¿No me saludaste en clase? ¡Qué cansino!
-Hey Jorge- dije mientras abría mi coche y metía mi maleta y mis carpetas en el asiento del copiloto rápidamente, para evitar que no volviéramos a la conversación anterior.
-¿Vuelves ya a tu casa?
-Sí-no si te parece me voy quedar en el instituto.
“Pregunta estúpida” me dije para mi. Seguramente no sabía que decir. Yo mientras, abría la puerta del conductor para subirme dentro.
-¡Leah!-reconocí la voz de mi amiga Kaytlin-¿puedes venir un momento?
Me apresuré por bajarme del coche para ver que quería, Jorge miraba curiosamente hacia nosotras.
-¿Qué pasa Kaytlin?-estaba un poco mosqueada, ¿no voy a llegar a mi casa nunca?
-¿No vas a presentarme a tu novio?-pero qué dice esta tía
-¿Qué novio?- ¿te has vuelto majara?
-Jorge-no pude evitar reírme para mis adentros.
-Ah, él no es mi novio, nos conocimos en clase de química, pero no salímos juntos.
-Qué pena, es muy mono- ¿tú no tienes novio?
-Bueno, yo me voy, hasta mañana Kaytlin.
-Hasta luego, Leah- me alejé de ella, sentía su mirada todavía en mi espalda y volví al lado de Jorge.
-Bueno, me voy- dije dirigiéndome a Jorge
Me miró como para decirme algo importante. Le miré como si estuviese esperando que me dijera algo, pero no sabía exactamente, lo que yo quería escuchar de él.
-Hasta mañana Leah-¿por qué no me dices lo que estabas pensando?
Subí a mi coche y me fui a mi casa, un poco mosqueada.

No sé a que vino mi enfado, creo que me molestó demasiado que Jorge no me digera lo que él había pensando en verdad. Soy muy observadora y por su mirada, se notó que era algo importante y eso me enfadó mucho más. Al llegar a mi casa, bajé del coche. Me dirigí al asiento del copiloto, a por mis cosas. Al coger uno de mis libros se cayó un papel de dentro. Me agaché para recogerlo, decía:

Jorge: 662887799 ¿me llamas?

Madre mía, no me lo puedo creer, ¿esto es de verdad? ¿Esto es lo que pretendía decirme? Si se piensa que puede tener algo conmigo, está muy equivocado, pero por llamarle no pasará nada ¿Debería llamarle? ¿Y si no es él? ¿Y si es una broma? Lo típico, que te dan el número de una pizzería o un restaurante… ¿Y si le llamo y no me lo coge? Dios mío ¡¿qué hago?! Creo que me estoy volviendo algo histérica, soy algo exagerada creo yo.
-Le voy a llamar- me dije

Saqué mi móvil y tecleé su número... entonces sonó el pitido.