Día 14
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En estos momentos estaba tirada en mi cama, mirando
para el techo, ¿divertido verdad? Mi vida es tan emocionante como ver películas
en blanco y negro sin sonido, como las que guarda mi abuela en el trastero.
Estas películas no pueden ser más aburridas porque es imposible y lo digo de
verdad. Cada vez que voy a visitar a mi abuela las tengo que ver… se piensa que
me resultan interesantes o algo por el estilo. Encima las vemos en un
proyector- sí en un proyector antiguo, del año anterior a Cristo-, ¿no las
podíamos ver en un DVD? Estamos en el siglo XXI.
Bueno pasando de este recuerdo… lo mejor sería
levantarme de la cama. Siendo sincera me estaba muriendo de hambre y si me
quedaba mucho tiempo más en la cama no me iba a levantar seguro. Así que
finalmente me levanté, después de haber estado más de una hora ahí tirada sin
hacer nada. Cuando ya había luchando contra mi gandulismo, fui a la cocina.
Agarré un paquete de galletas en la despensa, no tenía ganas de prepararme
nada, y volví a subir hacia mi habitación. Cada vez me costaba subir más las
escaleras, ¿es que cada día se sumaba una o algo así? Pasé por el pasillo para
llegar a mi cuarto pero antes pasé por la habitación de mi padre y vi en un
rincón la guitarra de mi madre. Sí, mi madre tocaba la guitarra y ella me
enseñó a mí. Desde los cuatro años más o menos tocaba la guitarra, pero cuando
ella se fue, por así decirlo, la dejé de tocar. Recuerdo que nos gustaba ir al
parque y tocarla allí. Además ella cantaba –tenía una voz maravillosa-, y
cuando terminábamos de tocar, las personas que pasaban por allí nos aplaudían,
era una sensación indescriptible.
No pude evitar sonreí ante el recuerdo, me dieron
muchas ganas de tocar en aquel momento, y así lo hice. Cuando acabé de comerme
mis galletas, me fui con la guitarra al parque. Me senté en el mismo lugar en
el que ella y yo nos sentábamos y abrí la funda que contenía el instrumento.
Dentro me encontré las partituras con todas las canciones que reversionaba mi
madre y algunas hechas por ella misma.
Miré a mi alrededor y no había mucha gente hoy, solo
un par de niños jugando y sus madres que conversaban animadamente entre ellas.
Comprobé que la guitarra estaba afinada y así fue.
Perfecta. Entonces comencé a tocar algunas acordes a ver si recordaba como
tocarla. Para mi sorpresa me había salido muy bien, finalmente me solté y la
música salió naturalmente, como si nunca hubiese dejado de tocar.
Toqué she will be loved de Maroon 5, era una de mis
canciones favoritas que yo solía tocar con mi madre. De repente se unió a mi
melodía una voz que me resultó increíblemente familiar y alcé la cabeza para
ver quién cantaba mientras yo tocaba la guitarra.
Alex
Tenía que admitir que su voz era increíble. Yo le
seguí acompañando con la guitarra y mientras tanto, el cantaba la canción,
bueno la cantaba para mí. No nos paramos de mirar en todo el tiempo que duró la
melodía. Me era inevitable desviar la mirada de la suya. ¿Por qué siento que el
corazón me va a explotar?
No era nada malo que estuviésemos allí cantando y
tocando la guitarra… ¿verdad?
-…and she will be loved – y
concluyó.
Perfecto.
Me sonó tan bien. Parecía que habíamos estado
ensayando mucho tiempo para hacer aquella melodía.
-No sabía que tocabas la guitarra- no pude decir nada,
estaba como hipnotizada por su mirada- Jorge no me dijo nada, solamente me dijo
que estudiabas para no sé qué de laboratorio.
-Ingeniería de laboratorio- le corregí, por fin
conseguí hablar. Él rio.- y Jorge no sabe que toco la guitarra-le hice saber.
-¿Por qué?-me encogí de hombros ante su pregunta-
tocas muy bien- le sonreí-¿quién te enseñó a tocar?
-Mi madre- agaché la cabeza porque se me humedecieron
los ojos.
-Perdón- me dijo.
-Da igual- sonreí sin ganas.
-Toca otra canción- me dijo de repente.
-¿Otra vez?- me quejé un poco.
-Venga, por favor- me hizo un puchero.
Negué con la cabeza y me mordí el labio ocultando una
sonrisa.
La verdad es que no tenía ni idea de cuál tocar. No se
me venía ninguna canción a la cabeza en este momento. Miré un momento hacia
adelante y dejé la mirada perdida un momento para pensar. Suspiré, mi
repertorio estaba muy anticuado. Creo que debería tocar la guitarra un poco más
a menudo.
La
verdad es que al finalmente le toqué un pedazo de Thinking Out Loud.
Últimamente había estado un poco enviciada con esa canción, la escuchaba a
todas horas. Estoy segura de que al final me terminaría cansando de ella, como
siempre. ¿No os pasa que os gusta mucho en una canción y las escucháis a todas
hora y al final la acabas odiando? La historia de mi vida.
No
le toqué demasiado de la canción, la verdad es que era muy reciente y la había
improvisado en el momento como pude. La de Maroon 5 no me costó demasiado
porque andaba todo el rato tocando esa canción cuando cogía la guitarra más a
menudo. En algunas partes levantaba la cabeza y vi como Alex sonreía de oreja a
oreja, acompañado de un brillo en sus ojos.
-Me
encantó- dijo cuando acabé y volví a respirar. ¿Hacía calor no?
-Gracias-
contesté tímidamente.
Nos
quedamos un rato mirándonos fijamente, sin decir nada. Me sentía muy incómoda
por su mirada y la verdad es que no tenía ningún tema de conversación del que
hablar en ese momento, y él tampoco decía nada. Que me mirara así, además me
ponía muy nerviosa y aún más incómoda. El aire de mi alrededor se comenzó a
enrarecer ya que empecé a respirar más seguidamente y algo agitada, y por
último sentí mi corazón enloquecer.
Agaché
mi mirada, apartando mis ojos de los suyos y suspiré. Entonces sentí el roce de
su mano acariciando mi barbilla, levanté mi cabeza y me sorprendí al
encontrarme con su rostro casi pegado al mío. Miré directamente a sus ojos y al
mismo tiempo mi mirada bajó hasta sus labios, que estos estaban entreabiertos.
Su mano, que se encontraba en mi barbilla, pasó a mi cuello, agarrándolo
ligeramente y su pulgar acariciaba suavemente mi mejilla. Con su mano fue
acercándome lentamente a él. Nuestras respiraciones se unieron y antes de
cerrar mis ojos, le miré por última vez.
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