Día 9
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Me
asomé a mirar si mis padres se habían
ido y así era, ya no estaban sus coches aparcados fuera. Me miré al espejo y no
pude evitar suspirar al ver las pintas que tenía, pero bueno, olvidé mi aspecto
y bajé a desayunar, no quería volverme más loca de lo que estaba. Cuando llegué
a la cocina miré la hora y me puse en marcha para hacerme el desayuno, mientras
comía pensaba que hoy no tenía absolutamente nada que hacer, ya había hecho los
deberes y no tenía ningún examen por estas fechas. Pensar eso, me puso de mejor
humor. Cuando terminé, fregué los platos, acumulados junto a mi tazón de la
leche, nada más terminar leí la lista que me había dejado mi madre. Subí a
vestirme porque tenía comprar unas cuántas cosas y así aprovechaba y me
compraba el almuerzo para hoy, ya que estaré sola todo el día. Además no tenía
ganas de hacerme nada.
Cuando
me vestí, salí de casa hacia el supermercado, pero no cogí el coche. Fui
caminando porque quería despejarme y quería que se me pasara el mal humor por
no poder ver a Jorge. El supermercado no estaba tan lejos, así que llegué
enseguida. Con lo enfadada que estaba como para tardar en llegar. Metí en el
carro todo lo de la lista y me centré en que comprarme para almorzar. Pasé por
los pasillos, mirando algo fácil para hacerme y finalmente me decidí por unos
fideos instantáneos. Seguidamente pasé por la caja y por fin salí del
supermercado.
Tengo
que confesar que me arrepentí de no haber llevado el coche, ya que las bolsas
pesaban una tonelada. Pero aunque no quisiese me puse en camino para mi casa,
cuando llegaba me fijé en que la puerta estaba abierta. Yo la había cerrado con
llave, estaba segura de ello. Además no podían ser mis padres porque no estaban
los coches fuera. Llegué al porche y habían usado la llave de la maceta. ¿Cómo
demonios sabrá eso? Nunca usamos esa llave. Entré por la puerta y caminé hacia
la cocina, estaba muy asustada. Lo primero que hice fue dejar las bolsas encima
de la mesa y cogí el palo de la fregona. ¿En qué estaría pensando?
¡UN PALO! ¿En serio Leah?
Caminé
por toda la casa sin encontrar nada y lo más importante a nadie. Volví a la
entrada y cerré la puerta.
¿Entró
y se marchó? Pensé.
Pero
sin embargo, yo todavía seguía con el palo en la mano. Volví a la cocina ya,
todavía en guardia…
-Hola
Leah…
-AHHHHHHHHHHHH-
me giré bruscamente con el palo en posición y él agarró el palo- ¿ESTÁS LOCO?-
era Jorge.
-Tía,
casi me matas, si algún día te vienen a robar de verdad, estoy seguro de que te
cargarías al ladrón sin problemas- se río.
-¿Qué
casi te mato? Tú a mí del infarto en todo caso.
-Quería
asustarte un poquito- sonrió inocentemente.
Me
senté para recuperarme de aquel pequeño trauma.
-Siento
haberte asustado- sabía que se estaba riendo de mí.
-Ya,
seguro que sí- cogió de la mano y me levantó de la silla.
-¿Qué
va a hacer hoy la princesa?- entonces recordé los fideos instantáneos que compre y pensé para mis adentros, ‘’no te
gustará saberlo’’
-Nada-
sonreí
-Pues
en ese caso tengo una sorpresa para ti.
-¿Qué
es?
-Es una
sorpresa- levantó una ceja
-Odio
las sorpresas- puse mala cara
-Lo
sé
Coloqué
la compra en los estantes, pero no me fijé en que Jorge me estaba ayudando, así
que, finalmente vio los fideos.
-Que
buen plan tenías para hoy- me los enseñó con cara divertida.
-Y
¿qué querías que hiciera?- le miré.
-No
sé, ¿llamarme?- me acercó a él- y hubiese venido enseguida- me dio un beso en
la mejilla.
Bajé
la cabeza porque me había sonrojado y él puso su mano en mi barbilla, haciendo
que le mirara y me besó.
-Los
fideos instantáneos son mis favoritos
Me
reí y seguí colocando las cosas.
Nos
fuimos en el coche de Jorge. No tengo ni idea de a donde, ni idea de que vamos
a hacer, nada no sé nada. No entiendo porque no me quiere decir. No puedo odiar
más las sorpresas, ¿por qué me hace esto?
Su
coche era muy acogedor, calentito y muy limpio, todo lo contrario al mío. Lo
que más llamo la atención son todos los discos que tenía en su guantera,
parecía una tienda. Eran todos de un grupo de música, bueno mi grupo favorito.
Me quedé escuchando la radio reconociendo todas las canciones, ya que me
encantaban todas y él se dio cuenta.
-Es
mi grupo favorito- señaló a la radio-perdón si no te gusta mucho.
-También
es el mío- le sonreí- tienes exactamente todos los discos que yo tengo.
-Tengo
curiosidad sobre algo- sonrío.
Le miré,
esperando a ver si me decía sobre qué.
-¿Sobre
qué cosa?
-Sobre
ti- me quedé callada- no sabía que te gustaba la música.
-Esa
es la impresión que doy ¿no?- miré para otro lado-no soy como las demás
-Tú
eres perfecta así-me quedé mirándole.
No podía
creer lo que había dicho.
-¿Qué
pasa?
-Nada-
le dije- ¿ya llegamos?
-Sí,
hemos llegado-abrió la puerta y salió.
Me
giré para abrir la puerta, pero él llegó sorprendentemente rápido y la abrió
primero.
-¿Cómo
llegaste tan rápido?- le miré sorprendida
-¿Me
vas a decir por qué reaccionaste así cuando te dije que eras perfecta así como
eres?
-Solo
te miré.
-Pero
sorprendida, como si te hubiese mentido o algo parecido.
-Lo
hiciste.
-Yo
no te mentí- me miró serio, parecía enfadado- y menos respecto a ti.
-Soy
horrible y esa es la única verdad
Elevó
con su mano en mi barbilla mi cabeza e hizo que le mirara a los ojos.
-No
vuelvas a decir eso jamás.
-¿Puede
bajar del coche?- solté ahí por la tangente.
-Eres
buena en disimular-suspiró-si puedes bajar
-Pues…
¿gracias?- ¿acaso me dio permiso para bajar o qué?
Se
apartó y agarró mi mano, como para ayudar a bajar del coche.
-No
soy una princesa- le miré mal y salté al suelo sin su ayuda.
Puso
mala cara y cerró el coche.
-¿Dónde
estamos?
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Jorge
llegó a mi lado y me cogió de la mano.
-¿Vamos?-le
sonreí-¿Te gusta?
-Me
encanta- y volví para mirar aquel maravilloso lugar
Jorge
me abrazó por detrás y yo apoyé mi cabeza en su hombro, me sentía tan feliz,
como su pudiese volar. Me di la vuelta para abrazarle normal y me apoyé en su
pecho, no quería moverme de allí. Él había apoyado su barbilla en mi cabeza. Moví
la cabeza hacia arriba para poderle ver y sonrío.
Me
besó en la frente y me llevó de la mano hacía aquel hermoso banco.